Para llegar al panteón de los “docentes Láinez” en el cementerio San José de Villa Mercedes hay que tomar como referencia la Cruz del centro, que se observa desde el ingreso principal. Llegar hasta el final y doblar a la izquierda. Solo algunos pasos y la estructura, deteriorada, sobresale porque tiene dos plantas.
No hay datos precisos que confirmen cuándo se construyó, pero la lápida más antigua data de 1927. Le pertenece a Alejandro del Carmen Bazán fallecido el 13 de diciembre. Ya pasaron 97 años.
Se sabe que fue creado por la gestión que hicieron desde el “Centro de Jubilados Maestros Nacionales y Láinez”. Pensaron en un lugar que fuera también un sitio para honrar la memoria de los educadores.
La denominación de “maestros Láinez” está ligada a la ley nacional que impulsó el diputado Manuel Láinez, la cual permitió la fundación de las escuelas primarias en todo el interior del país. Fue sancionada hace 119 años.
Desde 1905 se puso en marcha una política para reducir las altas tasas de analfabetismo, y que le dio lugar a la enseñanza primaria, obligatoria y gratuita.
Fue así que se crearon escuelas en Villa Mercedes, entre ellas las siguientes: N° 147 “Provincia de Mendoza”, N° 36 “Gobernadora Alric”, N° 321 “Ingeniero Bradley”, N° 374 “Vulpiani”, N° 388 “Sargento Romero”, N° 8 “Sargento Baigorria” y N° 150 “Provincia de Santa Fe”.
El Chorrillero averiguó que hace muchos años que está abandonado, y que algunos féretros fueron retirados. La edificación tiene una puerta de hierro, y sobre la pared lateral de la izquierda, sobre un mármol, está el dibujo de cómo se distribuyen las tumbas: 40 arriba y 50 abajo. Por el tiempo algunos pedazos de mampostería se desprendieron y están sobre los pisos de baldosa. En la parte superior hay inclusive un pequeño panal de abejas.
Julia del Carmen Faurelli de Pradier (1936), Ciriaca Zaballa de Allende (1937), Petrona de Maldonado (1939), Florentino Ojeda (1940), Jesús Gilberto Alaniz (1944), Ramón Tallata (1945), María Elba Tellechea de Aiello (1945), Hermosina Zavala (1946), Ricardo Ponce Benabal (1946), Pastora de la Torre de Atencio (1946), Celestino Silvestre (1947), Celestino Silvestri (1947), Concepción de Montenegro (1948), Quiterio Zavala (1949) y Mercedes Fagetti de Cabrera (1951), son los primeros nombres que pueden leerse en los nichos desgastados. Algunos conservan las fotos, las placas con dedicatorias y flores artificiales. En fácil comprender que han sufrido el saqueo de los ladrones de bronce.
Completan Jacinto Morales (1964), Timoteo Berón (1966), Ester Aguirre de Lucero Aberastain (1966), Ángela Blanco de Moyano (1969), Amelia Zavala de Soria (1974) y María Dolores de Sarmiento (1975).
Lelis Pérez Luna de Bonfiglioli (1976) está junto a su esposo, Amilcar Bonfiglioli (1939). Del mismo modo comparten Rodolfo Espinosa y Laura de Espinosa, fallecidos entre 1930 y 1959.
Una de las últimas tumbas es de hace 25 años. Eudor Martínez murió el 20 de febrero de 1999.
“El olvido pudo más que la promesa, y nos encontramos con esto totalmente deteriorado”, dijo la docente y ex legisladora provincial, Elena Pastor cuando expuso la situación a través de las redes sociales, y pidió a las autoridades que “algo hay que hacer”. En declaraciones a El Chorrillero expuso: “Esto es lo que nos espera, ¿no? el olvido, el abandono, la destrucción”.
Cuando el caso tomó estado público, esta semana se conoció que la Municipalidad iniciará tareas de limpieza.
“Claudelina! Todos tus colegas del Centro de Maestros Láinez te recuerdan con cariño”. Así dice una de las placas que resistió el paso del tiempo. Fue colocada el 2 de noviembre de 1942. La misma entidad conmemora a Amelia Zavala de Soria, su ex presidenta, que murió en octubre de 1974.
