El 19 de noviembre, la del balotaje, será una fecha clave para Mauricio y Jorge Macri. El electo jefe de Gobierno ya había quedado en el centro de la escena cuando desde Unión por la Patria confirmaron la decisión de no participar de la segunda vuelta porteña y el ex intendente de Vicente López se recluyó a pensar su gabinete en las oficinas de la zona norte de la Ciudad en las que pasa la mayor parte del tiempo, convertidas en estos últimos días, con excepción del impasse por el viaje de descanso del fin de semana por Río de Janeiro, en una romería de dirigentes y operadores.
El ex presidente, que dinamitó junto a Horacio Rodríguez Larreta el vínculo que los unía desde hacía más de quince años cuando vio que la candidatura de su primo corría peligro, no quiso ser menos. Desde que dividió al PRO y a Juntos por el Cambio con su prematuro acuerdo con Javier Milei, no solo generó un terremoto interno en la coalición opositora y se sinceró ideológicamente, si no que provocó un creciente malhumor en La Libertad Avanza y se apropió de la campaña libertaria, motivado por su aversión a Sergio Massa y la necesidad de que el candidato del peronismo no triunfe en el balotaje
Mauricio Macri promovió un acuerdo con Milei, que se materializó con una foto pública junto a Patricia Bullrich días después de las elecciones.
En ese contexto, la danza de nombres en torno al futuro gabinete porteño es, por ahora, un globo de ensayo. En casos puntuales, una quimera, producto del deseo de algunos. “No habrá ninguna definición hasta después del balotaje”, confirmaron voceros del electo jefe de Gobierno. Son muy pocos los políticos que, por ahora, tienen un lugar garantizado. Entre ellos, César Torres o Gabino Tapia, del riñón del ex intendente, y Guillermo Romero, un técnico de bajísimo perfil, de extremísima confianza del ministro de Gobierno que los Macri conocen a la perfección: trabajó durante años en SOCMA bajo el paraguas de Franco Macri, fue secretario de Hacienda en Vicente López y coordinador en los hechos del gabinete municipal hasta que recaló en el Grupo Banco Provincia junto al alcalde electo. Un gestor polirrubro con una enorme capacidad de adaptación política al que le espera un rol destacado.