Si te importa Israel, deberías estar más preocupado que nunca desde 1967. Por aquel entonces, Israel derrotó a los ejércitos de tres Estados árabes -Egipto, Siria y Jordania- en lo que se conoció como la Guerra de los Seis Días. Hoy, si te fijas bien, verás que Israel está librando ahora la Guerra de los Seis Frentes.
Esta guerra está siendo librada por y a través de actores no estatales, Estados-nación, redes sociales, movimientos ideológicos, comunidades de Cisjordania y facciones políticas israelíes, y es la guerra más compleja que he cubierto nunca. Pero una cosa está muy clara para mí: Israel no puede ganar solo esta guerra de seis frentes. Sólo podrá ganarla si Israel -y Estados Unidos- consiguen formar una alianza mundial.
Resulta aterrador comprobar cuántos recursos ha desviado Hamas a la fabricación de armas en lugar de al capital humano de Gaza, y con qué eficacia lo ha ocultado a Israel y al mundo. De hecho, es difícil no darse cuenta del contraste entre la evidente pobreza humana de Gaza y la riqueza armamentística que Hamas ha construido y desplegado.
El sueño de Hamas ha sido durante mucho tiempo la unificación de los frentes que rodean a Israel, a nivel regional y mundial. La estrategia de Israel siempre ha consistido en actuar de forma que lo impidiera -hasta que esta coalición de Netanyahu de ultraortodoxos y supremacistas judíos llegó al poder en diciembre y empezó a comportarse de forma que en realidad ayudaba a fomentar la unificación de los frentes antiisraelíes.