En una audiencia llevada a cabo en el subsuelo del Poder Judicial de la capital, el empleado rural Luis Alberto Farías enfrentó cargos por homicidio criminis causa, una de las acusaciones más graves contempladas en el Código Penal. El fiscal a cargo del caso, Emmanuel Sastre, sostiene que Farías asesinó a su amigo Ramón Nicolás López para ocultar un presunto robo. Si se comprueba su culpabilidad, la única pena prevista para este delito es la prisión perpetua.
El cuerpo de Ramón Nicolás López fue encontrado en su vivienda el 28 de diciembre del año pasado, gracias a la alerta de un vecino que notó su ausencia durante varios días y un olor desagradable que provenía de la casa. Las autoridades descubrieron el cadáver en avanzado estado de descomposición, boca abajo sobre un colchón en el suelo, con signos de asfixia provocados por una toalla atada en la cabeza y las muñecas y los tobillos atados.
La teoría de la fiscalía sugiere que Farías, de 33 años, habría robado el teléfono celular y una suma de dinero que López había retirado de un cajero automático, correspondiente a su jubilación y aguinaldo. Además, se menciona la desaparición de una riñonera perteneciente a la víctima. Según la hipótesis acusatoria, el acusado habría golpeado a López en las costillas para reducirlo, sofocándolo posteriormente con la toalla en el rostro. Luego, lo habría atado y cubierto con una frazada y ropa para ocultar el crimen.
López, quien vivía en una construcción precaria sin luz eléctrica, era una persona de escasos recursos. La evidencia clave en el caso fue el teléfono celular de la víctima, un Samsung J2, que Farías vendió a un vecino por 6 mil pesos. Este vecino, Néstor Zubeldía, entregó el dispositivo de forma voluntaria a las autoridades cuando se realizó un allanamiento en su residencia en la localidad de Monte Comán, Mendoza. Los peritos lograron recuperar fotos en las que aparecen la víctima y el acusado sentados a una mesa con bebidas alcohólicas, tomadas en la casa de López el 14 de diciembre.
La investigación reveló que Farías tenía conflictos previos, incluyendo problemas laborales y violencia, lo cual lo llevó a quedarse sin trabajo y sin techo. Había pedido asilo a su pareja, quien se lo negó, y comenzó a enviar amenazas de muerte a través del teléfono de López. Además, se descubrió que había tenido contacto con un vecino de Monte Comán, a quien le confesó que lo buscaba la Policía debido a un presunto asesinato en San Luis.
Debido a la gravedad del crimen, la expectativa
