La desesperada huída de los jóvenes y el ataque de los extremistas palestinos dejó como huella una larga fila de autos, varios calcinados, abandonados por las víctimas que fueron secuestradas o no pudieron escapar a la muerte
Miles de asistentes habían bailado toda la noche en el festival Supernova, celebrado en una remota zona del sur de Israel próxima a la frontera con la Franja de Gaza. Cuando la fiesta se acercaba a su fin, comenzaba a verse en el cielo bocanadas de humo de lo que parecían ser cohetes.
Poco después del amanecer ya sonaban las sirenas, pero pocos en la fiesta podían escucharlas. Los disparos de fondo se podían confundir con otros sonidos de la música. Nadie imaginaba lo que se avecinaba. A un par de kilómetros, los terroristas habían comenzado a atacar tanques y soldados israelíes. Llegaban a la zona en motos e incluso en parapentes, y comenzaban la brutal persecución.
“Ni siquiera teníamos ningún lugar donde escondernos porque estábamos en un espacio abierto. Todos entraron en pánico y comenzaron a tomar sus cosas”, declaró a CNN Tal Gibly una asistente al Festival Nova, realizado en una zona rural de cultivo cerca de la frontera entre Gaza e Israel.