El 4 de octubre Francisco Javier Cáceres, de 40 años, ingresó a un restobar. No esperó, en plena faena, cruzarse con una chica, hija de la dueña del local. La testigo tiene 16 años. Eso no le importó, tomó un cuchillo de carnicero y trató de asesinarla. Ella logró escapar y él solo se llevó una campera y unas bebidas. En julio le robó la bicicleta a una persona con discapacidad. Esa vez la Justicia le hizo un favor y lo dejó en libertad.
Francisco Javier Cáceres es otro de los tantos nombres que en el mundo de los delincuentes, en el ambiente policial, es más conocido que el dulce de leche. Ha sido detenido, procesado y hasta condenado tantas veces que tal vez nunca se libre de ser parte del grupo de los sospechosos de siempre, en algunos robos, en Villa Mercedes. No tiene límites. Ya lo demostró. En julio, junto a otro ladrón que tampoco necesita presentación, le robó su único medio de movilidad a un hombre con discapacidad que, para colmo, era familiar de él. A pesar de sus antecedentes condenatorios, el fiscal que lo imputó no pidió su encarcelamiento preventivo, consideró que bastaba con que firmara un libro en la fiscalía por unos pocos meses.
Dos meses más tarde, por un pelín, Cáceres no asesinó a una chica de 16 años. Quiso apuñalarla con un cuchillo de carnicero porque la adolescente lo descubrió robando el negocio de su madre. Por fortuna, la menor de edad logró escapar de la muerte. El delincuente estuvo a nada de matarla y armó semejante alboroto por unas bebidas, un cuchillo y una campera, o sea, robó lo que halló más a la mano.
El año que viene será enjuiciado y la fiscal Adjunta N° 1, Cecilia Framini, ya pidió que, cuando llegue el momento de dictar el veredicto, sea condenado a 15 años de cárcel.
Luego de aquel gran beneficio que le dio la Justicia, el 10 de julio, cuando los liberó a él y a Moisés Gerónimo Marcola, dejó en claro que no supo aprovechar esa mano que le tendió la fiscalía. Es más, se cebó. La madrugada del 4 de octubre ingresó a un restobar, con la intención de robar. Parecía no tener en claro qué porque, al fin y al cabo, se llevó poco más de un par de elementos sin valor. Pero lo peor es que en ese ardid hizo todo lo posible por matar a una testigo. Por eso fue detenido, imputado y continúa preso por “un homicidio criminis causa en grado de tentativa”. Dicho delito refiere intentar cometer un asesinato para ocultar o asegurarse el éxito de otro delito, en este caso, un asalto.
El hombre esperará el debate oral en su contra en el Servicio Penitenciario de San Luis. Tampoco es un primerizo en el mundo carcelario, ya ha estado preso en otras oportunidades. Pero el asalto que podría asegurarle otra plaza en el penal, una larga, lo habría cometido el domingo 4 de octubre pasado. Todo ocurrió exactamente a las 5:34, la precisión la aportó una cámara de vigilancia que captó cuando Cáceres entró a un restobar pool, situado en Potosí y Belgrano, en el centro de Villa Mercedes.
El delincuente trepó y saltó una pared medianera, ubicada por calle Potosí. La filmación de la videocámara fue esencial luego para que los investigadores llegaran al acusado. A continuación, entró al negocio y comenzó a mirar panorámicamente qué mercadería o de qué elemento que valiera una cifra interesante podría hacerse. En eso que buscaba con la mirada y tomaba productos vio de frente a una chica. Era la hija de la propietaria del comercio. La adolescente, casualmente, se había levantado para ir al baño y para regresar cruzó por el interior del local, que forma parte del mismo domicilio.
Eso la convirtió en testigo directa del robo y el delincuente no se lo dejó pasar. No la amenazó, ni trató de cubrir su rostro, lo primero que se le cruzó por la mente fue silenciarla y para siempre. Era un peligro para él, si decidía hablar y delatarlo. Así vio a la chica, como otro ticket de entrada al penal.
Tomó, entonces, el arma más próxima que halló con la vista. Un cuchillo grande, los que usan los carniceros, y le tiró un puntazo a la adolescente. Como no logró apuñalarla, la agarró violentamente de un brazo y trató de clavarle el arma.
Por fortuna, no lo consiguió. La jovencita fue hábil, escurridiza y rápidamente pudo escapar. Cuando el fiscal instructor 1, Maximiliano Bazla, solicitó su prisión preventiva subrayó que la menor de edad está viva gracias a su habilidad. “El objetivo de asesinar no se logró por la destreza de la víctima y él intentó matarla para lograr su impunidad”, señaló.
La chica corrió hasta su casa, despertó a su madre, le contó que había un ladrón en el negocio que la atacó y llamaron a la Policía. A Cáceres solo le quedaba una opción: huir. Pero no quiso irse con las manos vacías. Manoteó lo que vio a su alcance “una campera, el cuchillo, unas bebidas y se dio a la fuga”, relató Bazla Cassina.
A mitad de julio al mismo acusado la Justicia le hizo precio. Aunque cabe aclarar que fue un delito menos gravoso, pero en el que dejó clarísimo que es capaz de robarle un plato de comida hasta a una persona hambrienta que no se alimenta en días.
Aquella vez el fiscal de Instrucción 4, Leandro Estrada, lo imputó por “robo simple”, pero no solicitó su encarcelamiento preventivo. Solo requirió que cumpliera con la obligación de presentarse a firmar un libro en Fiscalía una vez al mes y se alejara de la persona discapacitada a la que le había robado la bicicleta.
Todo sucedió el domingo 13 de julio, cerca de las dos de la madrugada. Cáceres tenía como cómplice a Moisés Marcola, otro con el que se disputa la fama de quién es más delincuente. Marcola ya tiene una condena por participar de una agresión a tiros, en la que mataron a un joven de apellido Pastrán.
La víctima, quien tiene problemas motrices, fue interceptada por el dúo de ladrones cuando iba camino a su vivienda en bicicleta, su único medio de movilidad, que ni siquiera le pertenece, sino que es de su madre.
Al pasar por plaza Pedernera, uno de los delincuentes le preguntó si le podía prestar el rodado. Pero, al segundo siguiente dejaron a un lado el “acting” y mostraron su verdadera intención. Intentaron arrebatarle la bicicleta a la fuerza y el joven no se las quiso entregar, se resistió tanto como pudo.
Después de un breve forcejeo, los malvivientes huyeron con el rodado. Pero la Policía tardó apenas unos minutos en detenerlos. La víctima había identificado a sus atacantes al instante. Uno era, lastimosamente, un primo.