Javier Milei pasó por Mendoza. En San Rafael habló del Valle de Uco y en la Ciudad no pudo llegar hasta la Peatonal. El «pogo» libertario, las cordiales tensiones y un commodity político.
El hombre camina, o intenta, con una sonrisa dibujada que se le va a borrar por el agite. Despeinado prolijo y una patilla prominente. Los custodios apenas pueden sostener la presión de la gente y aunque la temperatura sube por la muchedumbre, Javier Milei está de campera de cuero. Bajo esa campera tiene otras ropas que parecen desentonar en medio de una tarde primaveral en Mendoza. Hay algunos cientos de personas que se retuercen en medio del pogo para poder llegar. Una señora se cae por la presión; a uno de los costados hay opositores que lo insultan tibiamente y vuela alguna “papa” que no encuentra el destino buscado.
Karina Milei sigue detrás del presidente y también sufre los golpes involuntarios, los choques y la presión. Le habla al oído al jefe de la custodia, cambia la rutina y pegan la vuelta. Con el mensaje de La Libertad Avanza como bandera el Presidente no pudo ir más allá de los primeros 20 metros en calle Garibaldi y pega la vuelta. Se sube a la caja de una camioneta y habla por un magáfono. A su lado está a Luis Petri, el principal interesado político en la recorrida.
Javier Milei dice cosas, pero no se entienden. “Estamos a mitad de camino”, se escucha apenas y, luego, el grito esperado que no retumba tanto: “viva la libertad carajo”. Javier Milei es una “energía” que, en su visita breve a la Ciudad, no logó llegar más allá de los 50 metros. “¿Vino Milei’?”, se preguntaba una señora que había hecho vigilia durante toda la siesta en peatonal Sarmiento de la Ciudad. Milei ya se había ido. En el kilómetro cero siguen los picudeos entre libertarios y opositores, que también habían comenzado antes. Una cuadra más atrás los mendocinos siguen con su rutina de víspera de feriado: café, algún helado, paseos y nada de política.
Esa onda expansiva corta es a la que le temen políticamente en Mendoza los aliados de Milei, es decir Cambia Mendoza y el gobernador Alfredo Cornejo, que a pocos días de las elecciones sacan cuentas de un posible resultado. Los libertarios fanáticos, en cambio, dicen que no necesitan masividad explícita. “Desde antes de la pandemia sigo a Milei. Por las redes y cuando el algoritmo no quería mostrarlo, hacíamos carpetas con sus discursos y mensajes y los pasábamos como archivos”, cuenta Maor Caponer, que vino desde San Juan para intentar escuchar el “rugido” de Milei en vivo y en directo. Muchos sub 30, muchos pos 60 entre el público. Los que lo siguen por redes sociales como medio nativo, y también muchos decepcionados por malas experiencias anteriores. “He visto muchos gobiernos y todo es lo mismo. Soy apolítica, pero tengo la esperanza de que pueda cambiar las cosas”; decía Miriam Guevara, una mujer que también estaba decepcionada por no haber podido verlo en vivo y directo.
En kilómetro cero de Mendoza hay policías de todos los colores: provinciales, federales, grupos especiales, la Side, Gendarmería y la custodia presidencial. Los libertarios insultan a los “kirchneristas”, los opositores insultan a los defensores del gobierno. La tensión sube, pero no ebulle. De repente los cánticos tienen un punto en común. “Chorros”, se escucha de uno y otro lado. “Tobillera”, gritan los libertarios. “Tres por ciento”, replican los que repudian al Presidente.
Un señor vende banderas a 3 mil pesos, que luego bajarán de precio. “Seguro que en otro bolso tiene banderas de Cristina. Entendió todo el capitalismo”, dice un cliente que ya tiene su “trapo” amarillo en la mano. Hay un léxico particular en el mundo de Milei. Zurdos, parásitos, plan, tira piedras. Insultos que para ese grupo político se transformaron en antonomasia del mal.
Visita exprés
El presidente llegó en el avión oficial puntual. También de manera puntual habló en San Rafael. Tan puntual que no entró al salón para escuchar ni al intendente Omar Félix, ni al presidente de la Cámara de Comercio, el anfitrión real. “Señor presidente”, dijo en varias oportunidades el empresario, para un señor presidente que no lo escuchaba.
En el salón había una enorme diversidad de referentes que habían pasado por incómodos controles de seguridad y filtros antes de sentarse en sus mesas. Milei fue cordial con Mendoza y devolvió elogios con Cornejo en un meloso ida y vuelta que se ajusta a los elementos de campaña más que a la búsqueda de respuestas estructurales. La misma comitiva viajó a la Ciudad de Mendoza para un acto que tuvo un final más precoz del esperado.
La visita estaba anunciada como un hito político que lo fue en pequeño formato y con modelo encapsulado. En San Rafael habló bien del Valle de Uco. En la Ciudad de Mendoza pidió el voto a través de un megáfono y su recorrida no duró más de 7 minutos; lo suficiente para que los cortes audiovisuales puedan penetrar en redes sociales. Podría ser Ushuaia; Córdoba o Tucumán. La mística, los discursos y la impronta son un commodity político poco afecto a lo vernáculo. Son mensajes genéricos en voz de un presidente poco afecto a las recorridas federales.
Fue una comitiva escueta, sin ministros pero con el equipo de comunicación casi completo. Mientras, en Buenos Aires, su gabinete festeja la concreción del rescate financiero de Estados Unidos para la gestión que le ayuda en el camino hacia el 26 de octubre y, también, sufren porque la mancha de José Luis Espert seguirá en las boletas de la provincia de Buenos Aires.