Bastián Sosa tenía un año y siete meses. Sufrió un traumatismo de cráneo y de tórax, lo que le había destrozado el abdomen. Fue operado, pero no resistió.
Menos de 24 horas soportó su cuerpito. Pero las lesiones eran graves, muy profundas, ni adulto un hubiera resistido tanto. La noche del miércoles, Bastián Sosa, la criatura de un año y siete meses, que había sido arrollada por una camioneta cuando la empujaban, murió.
Desde que fue ingresado por su madre y su abuela al área de Pediatría del Policlínico Regional de Villa Mercedes, su estado jamás evolucionó. Tenía un traumatismo de cráneo y otro en el tórax, que le había destruido la zona abdominal. Los especialistas médicos lo vieron y dijeron que había que operarlo de urgencia.
Así fue. Tras la cirugía, los familiares y los médicos esperaron una mejora, que jamás llegó.
La tragedia por la que el bebé terminó en ese estado ocurrió la noche del martes, en el Kilómetro 4, donde vivía con su familia. Su abuela y madre, quien lo tenía en brazos, estaban afuera de calle Domínguez al 600.
Debían trasladarse, pero no logragan echar a andar una vieja Toyota Hilux. Entonces, le pidieron a un vecino, de 52 años, si les podía dar una mano para empujar el rodado.
La abuela se fue con Bastián al interior de la camioneta. Se sentó en lo del conductor y puso a su nieto, a su lado, en el asiento del acompañante. Mientras esperaba que la fuerza de empuje que hacían la joven y el hombre ayudara a poner en marcha el motor.
En efecto, el vehículo se movió para adelante. Fueron unos segundos, pero en ese corto recorrido la Hilux pasó por encima de un montículo de tierra, que tiene esa calle no pavimentada. El sacudón de ese brusco y repentino movimiento hizo que se abriera la puerta delantera del acompañante y el frágil Bastián cayera sobre la calle de tierra.
Lo peor fue que el rodado siguió en movimiento. Lo que produjo la desgracia: la rueda trasera, del lado delantero, arrolló al pequeño.
La vieja Toyota Hilux del accidente, que ocurrió en calle Domínguez al 600.
