La imputaron por intentar matar al padre de su nena de cuatro años, pero la liberaron con la condición de que no se arrimara a quien hirió en el pecho. El hombre también tiene prohibido allegársele. El mismo día que salió en libertad fue otra vez a lo de su ex, lo insultó y lo amenazó. Una fiscal pidió que sea encarcelada y las defensoras argumentaron que es víctima de violencia de género.
De alguna manera, la Policía le advirtió a Florencia Magalí Barroso que lo que cometía era un delito, tampoco hay que conocer de leyes para saberlo. Después se lo remarcó la Justicia. La imputó, es decir, la acusan de haber incurrido en un delito penal y no cualquiera: intento de homicidio a su expareja y padre de su hija. Pese al pedido de prisión preventiva de parte de la fiscal instructora Cecilia Framini y más allá de la gravedad del hecho, el juez de Garantías de Villa Mercedes, Matías Farinazzo Tempestini, ordenó su libertad. Lo hizo con la condición, en resumidas cuentas, de que se comportara bien y no volviera a acercarse al hombre al que amenazó y apuñaló en el pecho; la misma orden pesaba contra la víctima, él tampoco podía arrimarse a ella. Pero a las pocas horas de ser liberada, apenas regresó a Justo Daract, se dirigió nuevamente hacia lo del papá de su nena. Lo insultó, lo amenazó y le reclamó que le devolviera a la criatura.
Otra vez la detuvieron. Y, por segunda vez en 48 horas, la trasladaron a los tribunales de la Segunda Circunscripción. La fiscal que ya la había imputado por tratar de asesinar al padre de su hija le formuló cargo por otro delito: violar una medida judicial. Al mismo tiempo, ,Framini recalcó su solicitud de prisión preventiva. Las defensoras indicaron que el caso debe ser analizado dentro de un contexto de violencia de género en el que ha estado inmersa toda su vida Barroso. El juez que la liberó el miércoles tiene hasta el próximo martes para pensar si esta vez la envía al Servicio Penitenciario de San Luis o si la deja libre de nuevo.
El magistrado cuenta con esos días porque las defensoras Silvia Morán y Ximena Bertoli le solicitaron cinco días de prórroga del arresto. Cuando suelen pedir ese tiempo, por lo general, es para reunir pruebas y elaborar una estrategia defensiva. Mientras tanto su representada estará en el calabozo de una comisaría de Villa Mercedes.
Está imputada por “homicidio agravado por ser una persona con la que ha mantenido una relación de pareja en grado de tentativa” y “por desobediencia judicial”. Pero antes de sumar un segundo delito, en cuestión de horas, hubo un primer ataque que fue severo.
Sucedió el martes, alrededor de las 5:30, repasó la representante del Ministerio Público Fiscal (MPF). Relató que Barroso fue hasta lo de su ex, trató de entrar al domicilio y hasta rompió vidrios en ese porfiado intento de ingreso. Quería llevarse la chiquita de cuatro años que tienen en común y cuya tenencia está actualmente en manos de otra familiar, por orden de un Juzgado de Familia.
El padre de la pequeña salió para tratar de calmarla. Pero, según la hipótesis de la fiscalía, la mujer no quiso ni hablar y, sin decirle nada, lo “apuñaló a la altura del pecho y se retiró”. El hombre, por fortuna, no estaba solo. Su hermano lo acompañó hasta el Hospital de Justo Daract.
No solo los testimonios de los dos hombres y la visible herida en el abdomen le juegan en contra a Barroso sino también el registro de numerosos llamados al 911. Primero avisaban que la mujer había ido hasta la casa, intentaba entrar e insultaba. El último de esa sábana de llamadas telefónicas fue uno a las 5:42. La víctima les señaló que su ex se tornaba cada vez más violenta y ya rompía vidrios.
Cuando los policías de la Comisaría 18° llegaron a la calle del ataque, el hombre ya había sido herido. Los efectivos, entonces, se encaminaron hasta el centro de salud de la ciudad. Allí estaban no solo el damnificado, sino también quien lo apuñaló. Ambos recibían atención médica.
Una vez asistida, Barroso fue demorada. A las pocas horas, Framini ordenó formalmente su detención y su traslado a tribunales al día siguiente para la audiencia de imputación. A pesar de todo el panorama que la fiscal le explicó al juez, el magistrado dispuso su liberación y le impuso, como única medida de coerción, una prohibición de acercamiento entre la mujer, su ex y su familia y viceversa.
Ese mismo miércoles, cerca de las 18, lo primero que hizo la imputada fue regresar a lo del padre de su nena. Lo insultó, lo amenazó y le reclamó que le devolviera a su hija.
Al momento de exponer, Morán y Bertoli señalaron que la causa no es tan sencilla como fue presentada, es decir, de una persona agresiva, que ataca y ataca y no acata la Ley. Remarcaron que detrás hay un entramado de violencia de género que la acusada sufre desde que era tan solo una niña y que, después, siguió con el padre de su criatura. Dijeron que la relación fue violenta, que la mujer fue golpeada por quien ahora está lesionado y que, por toda esa dolorosa y espinosa vida, ella está bajo un tratamiento psiquiátrico para salir adelante. El no tener a su hija solo vuelven más tristes, oscuros y más llenos de nada sus días.