Un incidente violento sacudió el Estadio Ricardo Enrique Bochini cuando hinchas chilenos, ubicados en la Tribuna Pavoni Alta, atacaron a sus rivales con objetos contundentes. La situación degeneró rápidamente y hinchas locales se unieron al tumulto, acorralando y golpeando a los visitantes.
El choque comenzó cuando fanáticos chilenos robaron una bandera de Independiente y comenzaron a correr con ella, lo que desató el caos en la tribuna alta. Los hinchas locales reaccionaron arrojando botellas, butacas y bombas de estruendo al grupo de visitantes. Algunos hinchas terminaron gravemente heridos; algunos incluso cayeron al vacío desde las gradas.
La seguridad del estadio intentó ordenar la situación pero no logró evitar que los fanáticos continuaran con sus ataques. La policía, que llegó con 650 efectivos y 150 de seguridad privada, no intervino para desalojar a los agresores o controlar las peleas. Más tarde, hinchas de Independiente ingresaron al estadio para perseguir a sus agresores.
El partido fue suspendido en dos oportunidades durante el segundo tiempo y finalmente cancelado por Conmebol. El organismo decidió que no se jugaría más debido a la falta de garantías de seguridad, y procedió a derivar el caso a las autoridades judiciales sudamericanas para determinar sanciones. Según información inicial, hubo al menos diez heridos graves y 90 personas detenidas.
El conflicto desató una serie de reacciones en redes sociales, donde hinchas se dividieron entre apoyo o condena del actuar de ambos grupos. La Conmebol también tomó medidas disciplinarias, asegurando que el caso sería investigado por la Comisión Disciplinaria de la Confederación Sudamericana de Fútbol.
El partido quedará anulado y no se disputará en la cancha.